sábado, 4 de mayo de 2019

Era un chico atractivo

Era un hombre de atractivo fisco inusual, pero de una personalidad que se confundía entre la elegante cortesía y fría amabilidad por lo que llamaba la atención de muchas chicas, las cuales en la gran mayoría eran mis compañeras de curso en la universidad.


Nuestra primera interacción fue en los pasillos de un hospital mientras yo era una externa subordinada y el un atractivo e intelectual interno. Tal vez fue solo mi imaginación, pero sentí en nuestra primera platica que algo había conectado entre los dos y era cuestión de tiempo para que viera lo que pasaría. Aquel día después de intercambiar números de teléfono con el pretexto de las labores del hospital seria el momento que marcaría el comienzo de una historia de encuentros llenos de sentimientos de adrenalina y culpa a la vez.


Nuestros primeros mensajes de texto se sentían como adrenalina pura eran juegos entre saludos tímidos, coqueteo sutiles e intentos de encuentros con pretextos de intercambio de música, libros de manga, ideologías o de otros intereses que teníamos en común. La mayoría de nuestras conversaciones ocurrían en la noche casi madrugada, eran mensajes de largas conversaciones que cortaban mi sueño, me sentía muy interesada en conocerlo y en saber hasta dónde llegaría todo.


Al poco tiempo acordamos para salir, la primera vez estaba muy nerviosa sentí que cometía muchos errores al hablar o moverme y que me sudaban las manos exageradamente pero luego la conversación y las cosas que teníamos en común y lo fácil que el hacía que fuera hablarle hicieron que me soltara más y así empezamos a salir frecuentemente por supuesto en la noche la mayoría de veces, una que otra vez en la tarde.


Los chats eran por lo general en la noche de inicio algo distantes se habían hecho sutilmente cariñosos. Había conocido algunos aspectos de su vida, me seguía intrigando su personalidad obscura, fría, seria, cortes en cierto punto también cambiaba se ponía alegre, cálida, amable y coqueta se sentía emocionante era un tren de emociones nuevas.


La tensión sexual había aumentado de 0 a 10 en poco tiempo así que entre su subconsciente y el mío acordaron juntarnos una noche en su departamento donde luego de una plática larga y juegos experimente su calor y sus besos que me recorrieron todo el cuerpo con palabras dulces y adictivas, sus caricias eran muy dulces y sentía que todo estaba bien, me deje llevar por el momento y desgastamos todas nuestras ganas uno contra el otro. En la mañana siguiente recordaba el detalle de que tenia pareja.


Al poco tiempo todo había cambiado un poco, hasta el día que me dijo que iría a vivir con su novia de años de la cual yo ya había escuchado muchas historias y que no podríamos vernos tan frecuentemente. Ese momento es borroso quizás porque quise pensar que no escuchaba eso o porque lo que había encontrado en sus caricias Era adictiva adrenalina y paz a mi cuerpo al mismo tiempo. Era algo que necesita en ese tiempo y no quería dejarlo todavía o simplemente fueron las ganas y así cometí un error silencioso, hice que esa noche se convirtiera en un pacto secreto de encuentros clandestinos en moteles y cuartos prestados, las largas platicas se hicieron más rápidas y aun cuando quería seguir con esa complicidad todo había cambiado dentro de mí. La paz había cambiado por total nerviosismo de planes para no ser descubiertos y un sentimiento de culpa por ser cómplice de un engaño a una mujer que no conocía pero que sentía que me agradaba.


Como su calor y carisma habían disminuido mi interés poco a poco fue desapareciendo. Llego solo a convertirse en encuentros de ocasión cuando los dos nos traicionaba la conciencia o falla nuestros planes prioritarios y se convirtió con quien pasar el momento. Cada encuentro en secreto me hizo más fría y aumento mi sinceridad al máximo llenándose todo el tiempo de conversaciones sin misterio y llenas de tecnicismo. Encuentros lujuriosos que se apagaban tan pronto como se encendían.


A contrario de lo que pensé duro un tiempo más, se habían prolongado los acuerdos de los encuentros y nuestro voto silencioso. Cerca del final éramos un poco más técnicos y amigos quizás. Pero se había perdido toda la emoción y el sentimiento que alguna vez existió se extinguió y muy en el fondo los sentimientos se habían oscurecido un poco remplazándose por conformismo, falta de interés, tristeza, decepción y culpa.


Sin pensarlo desaparecimos de la vida de cada uno y cada quien siguió su camino, con mensajes ocasionales en los cuales me convirtió en su cómplice de historia de engaños con nuevas mujeres con las cuales experimentaba seguramente la misma sensación que había alguna vez experimentado conmigo, yo daba consejos vacíos y a él parecían servirles.


Se acerca el fin, yo tomaba la decisión de mudarme, en mi vida todo había cambiado incluso mis sentimientos se habían convertido en extremo calculadores y ya no me interesaba en los demás. Me sentía vacía de nuevo y sola y a pesar de haber conocido muchas personas con las cuales escribí muchas otras historias él era una de esas historias que habría podido cambiar todo.


Nuestros últimos mensajes eran fríos y en la mayoría de ellos lo evadía no tenía deseo de verlo, ni de hablarle, ni de aconsejarlo más, un secreto desdén se había formado en mí. Insistió tanto quizás notando algo de eso o simplemente por ego y nos vimos una última vez donde la plática que antes me parecía emocionante y atractiva hasta incluso en ocasiones excitante se convirtió en una plática sosa y sin sentido, habían cambiado muchas cosas en mí y no quería perder el tiempo viendo como su falsa ilusión se levantaba por otra chica así que decidí despedirme para siempre de su vida cínica y vacía.


Mi sarcasmo había evolucionado y me despedí lo más sutilmente con ayuda de mi resiente cambio de planes en otro país. Note cierto tono de tristeza sin embargo nunca dijo una sola palabra útil o que me hiciera pensar que todo ese tiempo valió la pena, solo me dejo una frase que retumbaría en mi mente como lección para nunca más volverlo a ver “eres parte de mis chicas, te extrañare”. Frase que terminaría de cavar su tumba y mi última esperanza de escuchar finalmente una sincera disculpa que me liberara de parte de mi culpa de engañar a su pareja.